Algo de mis raíces...

No sé si fue el viento o el ir y venir de las olas del mar quien me trajo a este mundo. Tampoco sé si el ocaso del sol, sumergiéndose en ese líquido de intenso azul permitió el primer vagido de vida. Sólo sé que fui bendecido al nacer en este maravilloso puerto: Valparaíso. Ciudad señera de mi Chile. Cuna de tantas actividades que, pronto, se exportaron a los otros rincones de esta estrecha tierra.

Apenas pude caminar, mis pasos me llevaron por los vericuetos de sus calles. Subí y bajé infinitamente de cada cerro al plan, para sentir en mi rostro el aire salobre de la costa. Me hice porteño en la Plaza de la Victoria, en el muelle Prat, en la República de Playa Ancha, en El Barrio chino, la bohemia del puerto, en la Feria de la Avenida Argentina o en el Mercado Cardonal, en la Playa Las Torpederas, en una puesta de sol vista desde el faro Punta Ángeles. En cada rincón, hallé el aprendizaje colorido de las casas multicromáticas.

Valparaíso, ciudad de mis abuelos, tíos y padres. Poesía bendecida por el mar y purificada por el viento. Puerto lleno de guirnaldas colgadas de cada balcón que saludan o despiden al marino siempre viajante.

A ti, mi Valparaíso amado te debo toda la memoria que anida en mi corazón.